¿Quién soy?
Desde muy joven sentí que sería cocinero. Empecé mi formación en la escuela Joviat de Manresa, hace ya casi 20 años, allí aprendí las bases de los valores que requiere esta profesión. Una filososofía, que con el tiempo, me ha ayudado a amar y a entender este oficio. Rigor, honestidad y sacrificio. Éste es modo de entender y respetar la cocina, y estos son los valores que me acompañan siempre, los que me definen en mi trabajo y en mi vida personal.
A lo largo de estos años, he tenido el placer de formarme al lado de grandes cocineros como Martín Berasategui, Antonio Román o Daniel Padró. También gracias a ellos he podido evolucionar hacia el profesional que soy hoy, marcándome metas a corto y largo plazo, siendo perseverante y sobretodo, avanzando con el sacrificio que persigue la recompensa. Dicen que la cocina es un arte, y el arte solo se puede entender a través del aprendizaje, la creatividad y el trabajo. Todos nacimos con algo que aportar, y cuando descubres cuál es el sentido de tu vida, esa revelación se convierte en el mejor estímulo para ser cada día un poco mejor.
Pero como algún sabio dijo, “solos somos más rápidos, juntos llegaremos más lejos”. Mi equipo es mi fortaleza, podría decir que en cada una de mis elaboraciones hay una parte de mí, pero mentiría sino reconociera que en mi trabajo está la esencia de todas aquellas personas que me han acompañado en todo este tiempo, y lo siguen haciendo a diario. Todos ellos son la expresión del enriquecimiento mutuo que aporta el trabajo en equipo. Hace ya tiempo que aprendí que era fundamental rodearme de un equipo joven, dinámico, que evoluciona constantemente y busca nuevos retos. Actualmente trabajamos duro pero con ilusión porque tenemos lo más importante y necesario para evolucionar, que es disfrutar de lo que hacemos: sin pretensiones, con humildad y con respeto; con la devoción por la profesión que me ha enseñado a conocerme a mí mismo y a saber hasta dónde quería llegar.
Ahora sé que aquel niño que quería ser cocinero, no se equivocaba.